Voy arrastrando mi espíritu, derrotado e inseguro. Miro a mi alrededor y me preguntó, ¿por qué me han arrancado la vida? ¿Acaso no soy persona? Pero llevo un cierre en la boca y mis propias manos aprietan mi garganta para no exclamar mis sentimientos. ¡¡Para qué hablar o gritar si a nadie parece importarle!!
Mi tristeza, dolor o agonía son mis compañeras silenciosas, unas que me acompañan cada día. Acaso es posible dejar de respirar, porque en cada respiro solo exhalo dolor.
Estoy tan cansada. Sin embargo, lucho cada día con la esperanza de salir victoriosa ante esta enfermedad que clama constantemente mi muerte. ¿Y si lo hago alguien más sufrirá por mí? Hoy solamente anhelo el día en que pueda exhalar mi último suspiro.