Acá estoy con altos y bajos. En los bajos se apodera de mí la angustia y la impotencia, cuando pienso que trabajé casi 40 años tratando de entregar lo mejor que pude profesionalmente, luego debí pensionarme por salud incompatible, situación que me hace sentir como que fui un delincuente. Todas las puertas cerradas cuando pides apoyo, solo te piden un dineral a cambio.

Estoy en Fonasa, un día consulté allí si al estar presionada con un suelo por debajo del 50% del que recibía mientras trabajé, en qué letra calificaba y la respuesta fue vergonzosa: me dicen letra D, porque a esta letra corresponden las personas con sueldo desde los $ 490 y tantos mil. Qué miserable es pensar que una persona que gane sobre dos millones de pesos tenga los mismos beneficios que una que recibe apenas unos cuatrocientos o quinientos mil pesos.

También me da mucha rabia vivir en este mundo lleno de delincuencia, injusticia, materialismo, abuso de poder, entre otros, como tantos ciegos que no quieren ver. Eso es lo que nos tiene enfermos a los sanos de mente y espíritu. Hoy el estrés me tiene carcomidos mis huesos, las fuerzas, ya no creo en la esperanza. Lo único lindo que tengo es mi familia, incluyendo mi padre y mis hermanos, ellos son mi base, mi sostén y mi vida.

Escuchar es ayudar

¿Alguna vez alguien te contó un problema sobre su salud mental?
Para poder superar situaciones complicadas lo primero es hablar con otros. Y saber qué decir es clave para poder ayudarnos.

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