Tengo 50, mujer. La pandemia no me ha afectado, el encierro o lo que entregan los medios. Uno debe cambiar y mejorar su vida.

Esta vez un hijo de 18 me preocupa, ya que no he podido aportar en un buen diálogo coherente. Me culpa de muchas cosas, y pololea con un chica que está en peores condiciones de salud mental, y está en una burbuja, por su padre y también en esa familia están cerrados de mente, manipuladores y con salud mental grave y no tratada.

Mi hijo se hace responsable de la ilusión de un pololeo, que encuentra trabas constantes. Que no lo entienden, que soy una loca, etc. El padre de mi hijo sólo aporta con pensión alimentos, pero, como padre, nunca ha estado presente en su crecimiento, ya que en su vida también pasó dramas.

Yo soy una mujer que vive con madre adulto mayor y controladora. Siempre estoy con mi hijo, desde que nació y ha tenido muy buenos resultados académicos, con empeño, en lo que se pueda. No somos de grandes condiciones económicas, pero tenemos un hogar y lo suficiente para vivir en paz.

Mi hijo no come bien, llora, toma remedios por problemas estomacales sin saber qué tiene. No habla, y su vida antes era muy de enojarse y explotar. Ahora se suma a lo que se viene de estudios que desea, quedar en la U, para estudiar el ramo que desea.

Frustraciones, inseguridades que no pueden atenderse, porque profesionales mandan a realizar exámenes y demoran, y psicólogos no están, y se deriva por cesfam.

Mi vida personal como mujer ha sido de inmadurez y de control. No tengo trabajo estable, ni donde caerme muerta, no tengo amigos, ni pareja. Tengo sí un amigo que muy rara vez frecuento, pero no quiere compromisos, sabemos lo que nos sucede, en nuestras vidas. Él con vivir con dramas, una hija adulta y estudiante, y cuidan a su padre que está en estado crítico. También les afecta, y yo me expreso y nos ayudamos, pero mi madre controla, mi hijo reclama.

No somos, los mencionados todos, de afectos por vivencias pasadas. Y duras. Los que tenemos cuarenta, cincuenta o más, que sabemos de un hogar con falencias, y a veces, lo vemos como chiste al recordar. Muchos superan, otros no. Yo superé y deseo mi libertad. Pero no puedo rehacer mi vida, por ser responsable de un joven también dependiente de afecto y me tiene a mí.

Ahora, mi hijo por segunda vez me demanda a tribunales para que me trate, y por más que busque mi paz, no tener conflictos, o incluso comerme un helado, no se puede. Debo, con el tiempo, cuidar de mi madre, y aún postergarme como mujer toda una vida. No quiere decir vivir en pareja, sino no vetarme de ser feliz aunque sea puertas afuera.
Sabemos que hoy se cometen errores, y luego vemos femicidios. Gracias a la vida, aquel hombre que quiero es distinto, y también él me ve y siente afecto. Y me enseña a que yo soy grande para velar por ellos.

Lo que me preocupa es mi hijo, que ya va en vías de depresión y apoyo, no hay, ni ayudas.
Todo es pago, todo es un horario fijo, en atenciones.

Quiero ver a mi hijo feliz, nunca le prohíbo, y le enseñé a madurar desde pequeño, es buen amigo de sus amigos, pero también pienso que se tomó mucha responsabilidad en aceptar y enamorarse de una chica de su misma edad y separados geográficamente. La chica tiene bipolaridad al igual que su madre, que es una zombie, el padre lleva el sustento y los integrantes flojean.

La hija, pese a su situación, no tiene a nadie, ni amigos, ni familia y es prácticamente la esclava del hogar. Y se viene de visita, a mi zona, entre mar y campo, y con la restricción de su padre, que no es capaz, como machista, de hablar conmigo y saber que el chico con quien anda su hija tiene madre.

Soportar esto para muchos puede ser “aaah me da igual”.Pero acá hablo de salud mental.

Los jóvenes tienen derecho a demandar y tienen su línea gratuita, hoy todo es maltrato, si hay orden es control, si hay diálogo es conflicto, si hay deberes es tortura.

En mi tiempo eran los golpes, pero uno ya aprende. Hoy son chicos de algodones, y si uno cría y forma y también se le da en bandeja, tiene de todo, pieza, sus cosas, su tiempo, su mesada, etc.. ¿Qué más?

Trato siempre de respirar y leer constantemente artículos psicológicos o algo que enseñen a tener paz. Si alguien lee, también, voy por mi creencia personal. No soy religiosa, pero Dios me ayuda y me escucha, pero para aquellos que son distintos, también busco opciones de relajación, de resiliencias, etc..

Me forjo desafíos a cambios. Puedo decir que vivo en paz, no queriendo decir que es un hogar de odios, no somos de mezclar la chimuchina, o cahuines de barrio. Todo es hermético.

Hacen falta lugares de descargo.

En mi tiempo, por muchos procesos personales, escribía cuadernos y luego los destruía. Siempre tengo esa opción de mirar desde el horizonte hacia arriba, viendo lo bello que nos rodea y que dan solución o descanso, mientras tanto abajo están los dramas día a día, batallando, y con seguridad de que se sale de las tormentas.

No soy débil, siempre mujer fuerte que también doy fuerzas a muchos que lo requieren , y escucharlos. Todos tenemos esa parte de flaqueza, aunque estamos bien, como lo fue Robin Williams, y que la Sociedad De Los Poetas Muertos es mi peli favorita, también tuvo su lado privado amargo, pero no como para actuar de la manera en que terminó él.

Muchas buenas vibras a todos, pese a mis dramas, alegrías, tristezas, etc., nos damos apoyo, y les entrego lo que vivo hoy, y en este año 2022, lo principal es no preocuparnos de lo negro, o lo que digan. Amar a su familia, hacer el esfuerzo de ayudarse para ayudar al resto.

Lograr la paz y aunque caigan truenos y granizos en nuestras vidas, no perdamos las fuerzas.

Escuchar es ayudar

¿Alguna vez alguien te contó un problema sobre su salud mental?
Para poder superar situaciones complicadas lo primero es hablar con otros. Y saber qué decir es clave para poder ayudarnos.

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